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Con el nombre de Bujardas se conocen unas construcciones rurales que se encuentran extendidas con este nombre principalmente por las zonas agrarias de las Comunidades Autónomas de Extremadura y Andalucía.
Forman parte del patrimonio de la arquitectura rural de estas regiones teniendo una gran representación, aunque, como en todos los casos y para todos estos edificios rurales, van desapareciendo con el tiempo, ya que actualmente no se utilizan, ni tienen la aplicación para las que fueron construidas.
Las bujardas son pequeños edificios de perímetro circular conformado por mampuestos irregulares de piedras de granito de distinta forma y sin retoques y cuya diferenciación más manifiesta se produce al término del muro de mampostería donde, a partir de esa altura, se bordea con piedras planas formando una cornisa en todo el perímetro de la superficie para posteriormente terminar en la cúpula que es redondeada y no en forma de cono, que se va formando con piedras o también con tierra y barro y a veces con ladrillos. El muro circular perimetral suele también enlucirse con barro. El conjunto presenta una gran irregularidad en el tamaño y disposición de las distintas piedras utilizadas.
Sus dimensiones suelen oscilar entre tres y cinco metros de diámetro y algunas disponían de cocinilla y el camastro se formaba con ramas o trozos de palos de madera o bien un jergón y solían disponer de taquillas o alacenas para depositar utensilios y además estacas en las paredes. También era frecuenta disponer de una ventana lateral que permitía poder vigilar el rebaño, además de dar luz.
Existen muchos tipos de chozos. En general son de planta circular y los hay fijos, temporales o “de muda” (desmontables para su traslado). De materiales y formas muy diferentes, desde los más humildes, básicamente construidos de eneas, matorrales, juncias o bálago (haces de paja del cereal después de quitarle el grano), a otros simples, de piedra sobre piedra, sin mayores complicaciones o alardes técnicos.
